jueves, 8 de abril de 2010

Desde la ventana donde soy árbol


Entre los rincones, por las paredes y bajo cada palabra plasmada en los códigos nace un secreto y casi sobre el vuelo del tiempo aprende a caminar para seguirnos, para vernos querer hacer lo que no hacemos, entonces reparo a la luna despuntar antes de la madrugada y me siembro en la ventana aun cuando el gallo no ha cantado; oteo el horizonte, los techos rojos de las casas que duermen, oigo al perro solitario que aúlla de frío y tirito de ausencias. Siendo mi flor más bella no te toca mi rocío, aun no brotas de tu semilla y ya me has robado el sueño. La mente entonces vuela por entre las avenidas desiertas, tan dormidas como el tiempo mismo, vago por los tragaluces y los dinteles de las puertas, por los semáforos y los cables donde las palomas descansan queriendo ser y saberte, creyendo conocerte muy a pesar de haber permitido que te lleves con tu carrera de las cinco mi primer suspiro de la tarde.



Plantado en mi ventana veo todo el universo… tu, flor de abril aun no sabes que anoche mi tiempo se hizo tan largo que las ganas de verte me convirtieron en árbol que vibra ante la idea de querer tenerte y creerte tan lejana como mi mar, que clama agua del río que se desborda cuando tu dulzura camina por los lugares donde ahora con frecuencia pierdo mi hojas de aliento.

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